I.-FAMILIA Y
CAMBIO CULTURAL FAM/CAMBIO-CULTURAL
5. El matrimonio
y la familia son instituciones básicas en la configuración de la cultura de
los pueblos. El
modo de entender y vivir la vida familiar toca a las raíces más hondas del
ser humano y de
los comportamientos personales y sociales. Por ello mismo, los cambios
culturales
tienen también una gran influencia sobre la familia. El cambio cultural vivido
a lo
largo de los
últimos años ha afectado también a nuestras familias. No faltan quienes hablan
de crisis de la
familia e incluso de la desintegración de la misma institución familiar.
Las reflexiones
que hagamos sobre la familia y sobre el matrimonio que está en su
origen, no
pueden ignorar este cambio social. Trataremos, por ello, de hacer una rápida
aproximación a
las referencias sociológicas especialmente significativas para el objeto que
pretende esta
carta pastoral.
Referencias
sociológicas significativas
* Subjetividad e
institución
6. Comenzaremos
señalando la prioridad y prevalencia que se da actualmente a los
aspectos
subjetivos y personales del matrimonio y de la familia sobre sus elementos
objetivos y
jurídico-institucionales .
El matrimonio y
la familia, se dice, los hacen las personas que los viven, mucho más que
las normas
jurídicas o éticas que institucionalmente los configuran. Cada vez se cree
menos en el
valor del matrimonio y de la familia configurados y sostenidos por factores
externos,
distintos de la voluntad y de los sentimientos de las personas. La adecuación a
normas externas
o a imposiciones éticas que no respondan a los sentimientos subjetivos de
las personas es
interpretada como hipocresía y mentira social.
7. No es extraño
que el conflicto derive espontáneamente en ruptura. Se hace, incluso,
difícil de
entender que puedan existir principios o normas capaces de configurar el ser
del
matrimonio y de
la familia, al margen del amor entendido y vivido desde la propia
subjetividad y
forma peculiar de ver las cosas que cada uno pueda tener.
Matrimonio y
familia, asuntos privados
8. Desde esta
perspectiva, la tendencia a considerar el matrimonio y la familia como un
asunto puramente
privado es inevitable. El derecho al ejercicio de la sexualidad y el
dominio sobre el
propio cuerpo, unidos a la capacidad que cada uno ha de tener de
disponer de su
afectividad, llevan a subrayar el carácter puramente privado de esta esfera
de la vida
humana, en detrimento de la dimensión social que ella ha tenido hasta tiempos
muy recientes.
9. La existencia
de parejas de hecho, sin ninguna forma de reconocimiento o
formalización
pública, sea civil o religiosa, es una manifestación clara del fenómeno que
constatamos. Son
parejas que reivindican para sí y para los hijos que puedan engendrar,
los mismos
derechos que la sociedad ha venido atribuyendo a las personas unidas por un
matrimonio
legalmente reconocido y a sus hijos.
10. No puede
extrañar que haya experimentado una fuerte quiebra la unión conyugal
mantenida por
encima de las alternancias y avatares propios de las relaciones
interpersonales.
Se ha difundido así, también entre nosotros, una cultura «divorcista»
contraria a la
firme persuación anteriormente arraigada, de la indisolubilidad del vínculo
matrimonial. De
hecho, el reconocimiento legal del divorcio ha supuesto un factor de cambio
importantísimo
en el modo de entender y de vivir las relaciones conyugales.
La inestabilidad
del matrimonio ha traído consigo en la misma medida la inestabilidad de
las familias. La
pertenencia simultánea de hijos de la misma pareja, menores de edad, a
más de una
familia, independientemente de las soluciones jurídicas que se den a los
problemas que
puedan surgir de ahí, es un hecho de graves consecuencias personales y
sociales.
* Procreación,
fecundidad y cambio cultural
11. La
procreación de nuevas vidas y la fecundidad de los matrimonios ha sido un
elemento de gran
importancia para la configuración de la familia en nuestro contexto
cultural. Y ello
desde un doble punto de vista: el del reconocimiento social del matrimonio
como único lugar
propio para la generación de nuevas vidas humanas y, a la vez, el del
valor y la estima
del hijo como un don para la familia y también para la sociedad.
Actualmente
existe, con mayor o menor aceptación social, la procreación de la persona al
margen del
matrimonio o de la convivencia en pareja. Llega incluso a plantearse la
legitimidad de
familias de «padres» homosexuales. Por otra parte, a la espontaneidad
natural ha
sucedido el cálculo premeditado en la transmisión de la vida, con el
consiguiente
efecto de una
gran reducción de la natalidad, hecho éste de graves consecuencias
sociales.
* El paso a la
familia «nuclear»
12. Se da
también otra realidad que, aunque puede pasar inadvertida, es importante
recoger por sus
efectos en la concepción de la familia y en la misma vida familiar. Se trata
del paso de la
familia plurigeneracional a la familia «nuclear», formada exclusivamente por
los padres y los
hijos. Los abuelos parecen no tener sitio en las familias modernas y
frecuentemente
cuando viven en ellas, «estorban».
Este dato, unido
al de la limitación de la natalidad anteriormente analizado, da lugar
socialmente a
una familia reducida o empequeñecida en el número de sus miembros,
independientemente
del juicio de valor que sobre ello haya de hacerse.
* Cambio en las
relaciones internas a la familia
13. Ha cambiado,
en buena parte, el modo de entender y vivir las mutuas relaciones tanto
en la misma
pareja como entre padres e hijos. La promoción cultural y laboral de la mujer
ha introducido
un talante más igualitario en la relación entre los esposos y la distribución
de
las tareas del
hogar. Por otra parte, la comunicación entre padres e hijos se desarrolla en
un marco menos
autoritario y más dialogante.
El conflicto
intergeneracional se ha ido suavizando durante estos últimos años, tal vez
porque los
padres han renunciado a imponer a sus hijos determinadas pautas de
comportamiento.
E1 desacuerdo se mantiene, sobre todo, en el campo de lo sexual y en las
cuestiones
políticas.
* Los «roles» en
la familia
14. Particular
importancia tiene, desde todos los puntos de vista, el cambio que la familia
ha experimentado
en lo que se refiere a los «roles» o funciones que ella desarrolla en la
sociedad y a los
que ésta le atribuye como algo propio que a ella toca desempeñar. El
cambio experimentado
afecta muy particularmente a su función educativa, entendida como
influencia y
acompañamiento a realizar para la formación de la persona y su socialización.
Pero no se
limita a esto el cambio experimentado en la función y el papel que la familia
juega en la
sociedad. No parece desacertada la visión de quienes afirman que, por diversas
razones
socio-políticas y culturales y en general, el rol de la familia se ha reducido
notablemente,
cediendo el campo a factores externos y sociales que han irrumpido en el
ámbito de lo que
hasta ahora había venido siendo propio de la intimidad y la competencia
de las familias.
* Dependencia y
dispersión en la vida familiar
15. Queremos
constatar finalmente un hecho que aparentemente es contrario a lo que
acabamos de
afirmar. Se trata de un fenómeno relativamente reciente entre nosotros.
Podríamos
definir como el de un crecimiento de la dependencia de los hijos respecto de los
padres y de la
familia a la que pertenecen. Incluso se ha llegado a sugerir que la familia es
actualmente la
verdadera «Seguridad Social» de los hijos. Su emancipación económica e
incluso afectiva
se está retrasando o retardando más allá de lo que cabría esperar del
espontáneo deseo
de libertad e independencia propio de la juventud actual.
Junto a esto se
puede observar, en general, una disminución clara de la comunicación
familiar,
debido, sobre todo, a la irrupción de la televisión en el hogar y a la
dispersión de
los miembros de
la familia por razones de trabajo, estudios o diversión.
Causas que han
podido influir en este cambio
16. El cambio
social relativo a la familia y a la vida familiar no es una realidad que nos
deja
indiferentes. Percibimos que son muchos y muy importantes los valores humanos
que
están implicados
en él. Nos preguntamos con razón qué es lo que está pasando y cuáles
son sus causas y
motivaciones. Nos interesa también hacer una primera valoración de todo
este proceso de
cambio, para no ser meros espectadores del mismo y para no ceder
pasivamente a la
acción de los mecanismos que lo originan.
Solamente si lo
situamos en un cambio cultural más amplio y englobante, puede sernos
comprensible el
cambio familiar. La familia no es una realidad cerrada en sí misma, que
existe al margen
de lo que sucede en la cultura en la que ella está inmersa.
* La estima de
lo inmediato placentero
17. El valor
dado a lo inmediato, a lo actual de cada momento y a su capacidad de
producir
satisfacción y bienestar, adquiere una particular importancia en una cultura
que
desconfía de
valores y principios absolutos y, por ello, fijos y consistentes. Lo importante
es
vivir y la vida,
se dice, es el fruto de lo inmediato y de lo concreto. Los principios y las
normas generales
son menos fiables que las ofertas de lo actual y de lo concreto. Los
proyectos de
futuro no merecen la confianza suficiente para exigir compromisos firmes y
definitivos. Se
vive desde la provisionalidad de cada momento y en tanto esa
provisionalidad
perdura.
18. Ni siquiera
realidades tan comprometedoras, con exigencias y promesas de
perennidad, como
pueden ser el amor, la fidelidad a la palabra dada y otras análogas,
pueden pretender
crear compromisos estables y definitivos en un mundo en el que todo
cambia. «Eso era
antes; ahora todo es distinto» es la explicación fácil y legitimadora de lo
que sucede. El
cambio se justifica por sí mismo o, mejor, en razón del bienestar, la felicidad
o el placer
inmediato que genera.
* El individuo,
medida de la existencia
19. En este
contexto cultural, la individualidad adquiere una preeminencia tal en la vida
de la persona
que su dimensión social y las dependencias que de ella espontáneamente se
derivan, pasan a
un lugar muy secundario y menos significativo. La conciencia subjetiva, la
libertad, el
placer individual o compartido, tienden a convertirse en la medida de todas las
cosas. Existe
así una peculiar interpretación de lo que es el hombre considerado como
medida del vivir
y de los comportamientos. La individualidad viene a ser la nueva lectura de
la personalidad.
De ahí deriva
espontáneamente una peculiar manera de entender la igualdad de todas
las personas,
sin atender a la edad, el sexo, la función social o cualquier otra
consideración
que pudiera
modular la radical e inalienable igualdad de todos los individuos.
20. Esta
privatización del ser humano, fruto de una percepción radicalmente
individualista
de lo que es la
persona, desfigura realidades tan profundamente humanas, tales como la
sexualidad, la
procreación, la convivencia conyugal y otras que están en la base de la
institución
familiar. El individuo llega a afirmarse como dueño de sí mismo, de su sexo y
de
su corporeidad.
Ni siquiera el respeto a la vida propia o a la ajena se consideran como
límites válidos
a la actualización de la propia libertad.
*
Profesionalización de la mujer
21. El
reconocimiento de la dignidad de toda persona humana y de cada individuo en
particular,
constituye una innegable adquisición de la cultura actual. Merece aquí una
especial
atención el fenómeno del «feminismo», por sus consecuencias en la concepción
de la relación
matrimonial y familiar. Se han visto alterados ciertos modos tradicionales de
definir los
roles del hombre y de la mujer en la realización del común proyecto familiar.
La
profesionalización de la mujer y la sustitución que, en no pocos casos, ella
hace del
hombre en la
función de asegurar los ingresos económicos necesarios para el
sostenimiento de
la comunidad familiar, no son ajenas a la plena equiparación social del
hombre y de la
mujer. Se alteran así ciertos modos de comportamiento antes habituales,
considerados
ahora injustamente discriminatorios. Tampoco pasa inadvertido el hecho de la
creciente
presencia y participación de la mujer en la vida pública.
La idea de que
ha de ser el hogar el lugar propio de la mujer, esposa y madre, en
contraposición
al del hombre, marido y padre, al que habría de reservarse el ámbito de la
vida profesional
y pública, no es admitida en la actualidad.
* De la
tolerancia al permisivismo
22. La
consolidación de la libertad individual en la vida social lleva consigo el
clima de
tolerancia y
deriva fácilmente a la indiferencia ante las valoraciones éticas de los
comportamientos.
El discernimiento entre el bien y el mal queda relegado al ámbito de la
pura intimidad
de las conciencias. Surge así una forma de convivir que se apoya en la
permisividad.
La autoridad, se
dice, no puede hacer otra cosa que recoger y transformar en normas de
convivencia lo
que se piensa que la mayoría de la población desea. Se pierde así la fuerza
y el valor
normativo de una visión plenamente humana del matrimonio y de la familia,
orientadora y
estimulante para los comportamientos personales, familiares y sociales.
Paralelamente
existe el riesgo de una mimética configuración de la vida familiar según el
estilo y los
patrones propios de la sociedad democrática, sin atender debidamente a la
propia
peculiaridad de la familia, a sus funciones características y, en definitiva, a
su propia
identidad.
* Influencia de
los medios de comunicación social (M.C.S.):MASS-MEDIA
23. Es
característica de la cultura actual la enorme importancia que han adquirido los
medios de
comunicación social, en la configuración de las ideas, los juicios de valor, la
modulación de
los sentimientos y, en definitiva, en los comportamientos de las personas y
de los grupos.
Ellos transmiten permanentemente mensajes, imágenes, modelos de
comportamiento.
La familia no es
ajena a esa influencia. La intimidad familiar sufre la agresión de los MCS
y la de los
modos de vivir y de convivir que ellos transmiten. Los MCS son los «extraños »
que conviven con
la familia o, más aún, los distintos «huéspedes» a los que se invita a
entrar, según el
gusto particular de cada uno. De manera especial ha de tenerse en cuenta
el influjo de la
televisión, por la imagen ofrecida de unas relaciones de pareja «cosificadas»,
especialmente
lesivas de la dignidad de la mujer.
La cultura
actual sobre la familia no se entiende sin la influencia de estos medios.
Tampoco se
entendería, para bien o para mal, la vida de cada una de las familias. Los
modos de
convivencia y su misma cohesión están fuertemente influidos por ellos.
* Factores
económicos y consumismo en la vida familiar
24. Los factores
económicos, en su gran complejidad, influyen también fuertemente en la
configuración
del modelo familiar, en la determinación de sus valores, en la organización de
su
funcionamiento y en la definición del mismo proyecto familiar. Los ingresos que
se
quieren
asegurar, los gastos que se consideran indispensables para satisfacer las
necesidades o
los niveles de bienestar que se quieren conseguir o mantener, la plaga
social del paro
que afecta tanto a los cónyuges como a los hijos, condicionan y, en cierto
modo, determinan
gran parte de la vida de las familias.
Son igualmente
económicos los mecanismos que crean el clima de consumismo en el que
están sumergidas
las familias. Desde él se definen muy frecuentemente los parámetros de
la felicidad.
Son factores económicos los que definen también algo tan importante como es
el «espacio»
familiar, es decir, el tamaño de las viviendas y la posibilidad de acceder a
ellas. Son ellos
los que frecuentemente asignan sus roles a los miembros de las familias y
las funciones
que éstas han de cumplir.
* La familia,
recinto de libertad FAM/LIBERTAD
LBT/FAMILIA
25. Sería
equivocado, con todo, atribuir todo lo que de bueno o de malo sucede en las
familias, a
causas externas a ellas mismas y a las personas que las forman. Los miembros
de la familia,
padres e hijos, son, de hecho, sujetos activos en el proceso continuado de la
creación de la
propia familia. La familia puede hacer su propia vida, a partir de sus
aspiraciones,
criterios y posibilidades reales.
La familia es un
lugar en el que individualmente y comunitariamente es posible el ejercicio
de la propia
libertad. Por múltiples e intensas que sean las influencias provenientes del
medio social y
por fuertes que sean los condicionamientos y presiones nacidos de él, de la
familia debe
decirse que es también un recinto de libertad en el que caben las opciones
personales y
comunitarias.
Dentro del mismo
clima o medio socio-cultural, se puede vivir y, de hecho, se vive de
manera distinta
la vida familiar. La familia puede elaborar su propio proyecto de vida. Ella
es, además, una
plataforma válida para actuar, incluso asociativamente, sobre la misma
sociedad que la
configura. Hay que constatar, sin embargo, que el asociacionismo familiar y
la actuación de
las familias de forma asociada es muy deficiente entre nosotros. Una
deficiencia
cuyas consecuencias habrá que valorar en su justa medida.
* Religiosidad y
valores éticos en la familia
FAM/VALORES-ETICOS
26. Aun
previamente a la valoración que sobre él pueda hacerse, es necesario finalmente
constatar otro
hecho de influencia innegable en el cambio de la familia y en la vida familiar.
Nos referimos a
la pérdida en el ámbito de la vida familiar, de las referencias religiosas y de
los valores éticos
que de ellas se derivan. El debilitamiento de la fe y el fenómeno de la
increencia,
tienen también, a nuestro juicio, una gran influencia en el cambio de la
familia.
En concreto, los
preceptos divinos y la enseñanza moral de la Iglesia han ofrecido
durante mucho
tiempo, en nuestra cultura, la base sobre la que se han apoyado el
matrimonio y la
vida familiar. Ahí ha encontrado nuestra sociedad la referencia objetiva para
discernir y
valorar los comportamientos relativos a ellos. El cambio de la mentalidad
social
respecto de la
vigencia y la actualidad de los valores religiosos no ha sido indiferente para
la institución
familiar y para el proceso de cambio que en torno a la misma se ha venido
dando.
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